Foto: Tomada de http://urbancidades.wordpress.com/2010/04/25/vencejos-de-madrid/
Y no sabía,
reconozco que no,
que no sabía
que los vencejos pastan en el cielo,
y duermen,
y se aman;
que sus diurnas y nocturnas calles
son las nubes cruzándose en hilera
tras un volar eterno y concienzudo
de pájaros continuos
sin la perversidad dictatorial de los semáforos.
Y nos miran los pueblos desde arriba
como rompen la inercia de un paisaje
de vacíos espectros y ruinas solitarias,
de pozos anegados de polvo y mansedumbre,
de esta tierra silente
donde habita aún la sombra del más perverso germen del olvido.
3 comentarios:
Yo tampoco lo sabía, Santiago. Sin embargo, sí puedo imaginar lo insignificantes que nos deben ver aquí abajo; seguramente, más que nosotros a ellos allí arriba. Como siempre, un placer pasar por aquí. Saludos.
Gracias Mª Soledad, por pasar a compartir vencejos. Si no tenemos alas será que no hemos llegado todavía a merecerlas. Ellos, sí, pájaros apenas, mirándonos pequeños y envidiosos.
Un abrazo.
Bonitos poemas, saludos desde Valladolid, http://lanuevatlantida.wordpress.com/
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