En Palencia la piedra sabe a historia,
se hace verso el cantero en el cincel,
en gárgola, arquivolta o capitel,
perenne poesía en la memoria.
Catedral, donde el cielo huele a gloria,
sabe a sacra la piedra en su anaquel
y el vitral claroscuro del bisel
se transmuta en sutil jaculatoria.
Desconocida y bella, no ignorada
por la noble conciencia de su gente
que la sabe y la quiere y la presiente
como parte de su alma, emocionada.
Y en su hora venial y adolorada
la tiene por secreta confidente.
se hace verso el cantero en el cincel,
en gárgola, arquivolta o capitel,
perenne poesía en la memoria.
Catedral, donde el cielo huele a gloria,
sabe a sacra la piedra en su anaquel
y el vitral claroscuro del bisel
se transmuta en sutil jaculatoria.
Desconocida y bella, no ignorada
por la noble conciencia de su gente
que la sabe y la quiere y la presiente
como parte de su alma, emocionada.
Y en su hora venial y adolorada
la tiene por secreta confidente.
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