sábado, 13 de febrero de 2010

NUCLEAR INSTINTO



Acaece en la tierra de mi tierra aprehendida,
de la emoción del pan y la intuición del trigo,
del queso, de la herrumbre, de las calles sin sombra,
del allanado erial y el soportal convulso.

En el censo vacío de la orfandad presunta,
en el hueco del aire que tiembla y vocifera,
en la madre de todas las madres que he querido,
en el quicio paciente del estertor del habla.

Por futuro nos piden enterrar la sustancia
de la energía infecta y el nuclear instinto
en el seno incunable del alma de esta tierra
que se muere a momentos y a momentos renace.

El futuro no es hijo del hijo de la infamia
que permanece inmóvil rumiando su latido
abiertamente culpo, y destructor y engendro
del eructo en que abrasa y del sol en que perece.

Los residuos del éter que los albergue el éter,
su basura es un magma prosaico e infinito;
ni es amor, ni es futuro, ni es deber, ni es sustancia,
es sólo soledad, es miseria y es látigo.

No me atrae la calma del suelo envenenado
en estertor de dudas y en hormigón envuelto
como un regalo avieso que en bumerang devenga
y nos nuble la voz o nos niegue los ojos.

Que mil años y un día ya es bastante vacío
en dolor del esta tierra con paciencia de santos;
si el futuro es la muerte, que la muerte nos halle
con las manos negadas, pero blancas y limpias.

Y si el aire se nubla con migajas de miedo
que se palpen los bolsos quienes firman decretos
y avergüencen sus rostros de dejadez etrusca
al ver como se rifan sus pueblos la miseria.

2 comentarios:

Camila Vargas dijo...

Excelente poema, retrato de los tiempos que vivimos. Profundamente conmovedor, me muestra con crudeza
lo desvalidos que estamos ante el poder que es capaz de vender el corazón de la tierra.

Santiago Redondo Vega dijo...

Gracias Camila por tu paso y tu palabra. La energía es necesaria y mueve la vida, pero hay formas y formas de repartir la miseria.

Un abrazo.