Río Pisuerga a su paso por la capital vallisoletana
Me navega la vida entre dos ríos,
me crecieron a un tiempo dos riveras:
el Carrión me inundó de primaveras
y el Pisuerga templó –cauto- mis bríos.
Se confiesan sus peces con los míos
y en sus horas mis horas más sinceras
pescan sueños -oníricas quimeras-
con sedales y anzuelos de albedríos.
Aquel niño que fui, éste que escribe,
y el que hablará mañana en mi memoria
aman la piel del río que les vive
tatuando en su azul la escapatoria
de este alma gris que en verso les concibe
afluentes paralelos de su historia.
me crecieron a un tiempo dos riveras:
el Carrión me inundó de primaveras
y el Pisuerga templó –cauto- mis bríos.
Se confiesan sus peces con los míos
y en sus horas mis horas más sinceras
pescan sueños -oníricas quimeras-
con sedales y anzuelos de albedríos.
Aquel niño que fui, éste que escribe,
y el que hablará mañana en mi memoria
aman la piel del río que les vive
tatuando en su azul la escapatoria
de este alma gris que en verso les concibe
afluentes paralelos de su historia.
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